Vivimos en la era donde todo está conectado. Cada palabra, cada compra, cada paso que damos deja una huella digital. Los gobiernos, las corporaciones y las grandes plataformas tecnológicas poseen hoy más información sobre la humanidad que en cualquier otro momento de la historia. Lo que antes eran simples teorías hoy se vuelve visible: un sistema global que avanza hacia el control total de la información, las finanzas y, finalmente, de las personas.
Internet comenzó como una herramienta de libertad, pero poco a poco se ha convertido en una red que puede atraparnos. La inteligencia artificial, las monedas digitales y el control biométrico parecen avances tecnológicos, pero detrás de ellos se dibuja un propósito más profundo: la unificación del mundo bajo un solo sistema. Muchos lo ven como el camino hacia la eficiencia, pero los ojos espirituales ven más allá: la preparación para un gobierno mundial anunciado en las Escrituras.
Apocalipsis 13:7-8 nos advierte: “Y se le permitió hacer guerra contra los santos y vencerlos; también se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adorarán todos los habitantes de la tierra cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero.”
Este pasaje no es solo una profecía lejana; es un aviso actual. La tecnología está creando el escenario para que todo ser humano sea identificado, rastreado y, llegado el momento, controlado. Lo que se anuncia como “seguridad digital” podría transformarse en el instrumento perfecto del dominio global.
Sin embargo, los hijos de Dios no debemos temer. Jesús nos dijo: “Cuando veáis que suceden estas cosas, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.” (Lucas 21:28)
La globalización digital puede parecer el triunfo del hombre, pero es solo una pieza más en el cumplimiento del plan divino. El poder de Cristo no se detiene ante los sistemas del mundo. El Evangelio también se está globalizando: por los mismos medios digitales, millones están conociendo a Jesús.
Por eso, en medio de la confusión, el creyente debe mantenerse firme, discernir los tiempos y no dejarse absorber por la corriente del sistema. Recordemos que nuestra ciudadanía está en los cielos, no en ningún imperio digital ni político.
Hoy más que nunca, necesitamos volver a la Palabra, mantenernos en oración y usar la tecnología no para servir al sistema, sino para anunciar al Salvador. Porque aunque el mundo camine hacia un solo gobierno, nosotros seguimos a un solo Rey: Jesucristo.
