Durante las últimas semanas, una noticia ha causado preocupación entre líderes cristianos y organizaciones humanitarias de todo el mundo. El gobierno de Estados Unidos, bajo la administración del presidente Donald Trump, anunció que para el año fiscal 2026 solo permitirá 7,500 refugiados, el número más bajo desde que existe el programa moderno de admisión de refugiados, creado en 1980.
Lo más alarmante es que, según el propio comunicado presidencial, la mayoría de esos cupos estarán destinados a un grupo muy específico: personas blancas de Sudáfrica que alegan sufrir discriminación. Esto ha dejado fuera a miles de cristianos perseguidos de países como Nigeria, Irán, Pakistán, Siria o China, donde seguir a Cristo puede costar la vida.
Organizaciones como World Relief, Open Doors y Global Refuge han calificado la medida como un golpe devastador para los perseguidos por su fe, señalando que en un momento donde hay más refugiados en el mundo que nunca antes, Estados Unidos “está haciendo menos que nunca”.
Expertos en derechos humanos recuerdan que durante el primer mandato de Trump ya se había reducido el número de refugiados de 125,000 a solo 15,000, y que ahora, en su segundo mandato, la cifra cae aún más. En términos reales, la entrada de refugiados cristianos ha disminuido más del 70% comparada con años anteriores.
Un cierre que contradice los valores cristianos
Lo que más preocupa a las iglesias es la contradicción entre el discurso y las acciones. Mientras la administración afirma defender la libertad religiosa, las cifras muestran que muchos de los que huyen precisamente por su fe cristiana no están encontrando refugio.
El propio Christianity Today señaló que la nueva política “está cerrando la puerta a los perseguidos que más necesitan ayuda”.
Líderes cristianos de distintos credos —evangélicos, católicos y ortodoxos— han pedido al gobierno reconsiderar esta medida, recordando que el corazón del Evangelio es acoger al necesitado.
“Jesús mismo fue refugiado cuando huyó con sus padres a Egipto —dijo un pastor de Texas citado por Baptist News Global—. Negarle refugio a quienes sufren persecución por su fe es olvidar lo que nuestro Salvador vivió en carne propia.”
Un llamado a la iglesia
La Palabra de Dios nos recuerda: “Acuérdense de los presos como si estuvieran presos con ellos, y de los maltratados como si lo fueran ustedes también” (Hebreos 13:3).
No se trata solo de una política internacional, sino de un llamado a nuestro corazón.
Como creyentes, no podemos permanecer indiferentes ante los que hoy claman por ayuda. Quizás no podamos cambiar las decisiones de los gobiernos, pero sí podemos orar, informar y actuar desde nuestra comunidad de fe.
Apoyar a organizaciones cristianas que ayudan a refugiados, participar en campañas de oración o simplemente dar visibilidad al tema, son formas concretas de extender la compasión de Cristo a los que sufren.
Antes de terminar, quiero dejarte esta reflexión:
A veces el mundo cierra puertas, pero Dios nunca deja de abrir caminos. Él sigue cuidando a los suyos en medio de la persecución, y muchas veces lo hace a través de nosotros, su iglesia. Que no seamos una iglesia que mira hacia otro lado, sino una que extiende la mano, que ora, que intercede y que actúa con amor.
Los invito a que me acompañen en esta oración:
Señor, abre nuestros ojos para ver a los hermanos que sufren por seguirte. Danos un corazón compasivo y valiente para ser voz de los que no pueden hablar. Toca el corazón de los gobernantes, para que las decisiones se guíen por tu justicia y misericordia. Y permite que tu iglesia sea siempre un refugio para los que te aman, aunque el mundo los rechace. En el nombre de Jesús, amén.
En Somos Cristianos Conectamos Corazones con Cristo.




