India, conocida mundialmente como la democracia más grande del planeta, sigue siendo un país con altos niveles de persecución hacia los cristianos.
Según el último informe de Open Doors, India ocupa el puesto número 11 entre los países donde más se persigue la fe cristiana, incluso por encima de naciones como China o Arabia Saudita. Los grupos extremistas hindúes continúan realizando actos de hostigamiento y violencia contra creyentes en diferentes regiones del país.
En dos hechos recientes, un grupo de misioneros cristianos fue agredido durante un viaje, y una comunidad cristiana del sur está siendo sometida a un boicot social y económico simplemente por negarse a participar en rituales idolátricos.
El 23 de octubre, varios misioneros se dirigían al pueblo de Juthana, invitados por algunos de sus habitantes, cuando fueron interceptados por un grupo de extremistas hindúes. En videos que circulan en redes se escuchan los gritos de auxilio de las víctimas. Según reportó la organización Christian Solidarity Worldwide (CSW), los atacantes los acusaron de “intentar convertir a la gente ofreciendo dinero y ofendiendo a los dioses hindúes”.
Aunque ningún misionero resultó gravemente herido, la policía local fue criticada por su pasividad durante el ataque. Ocho agentes fueron suspendidos por no actuar de manera oportuna.
El fundador de CSW, Mervyn Thomas, declaró:
“Este brutal ataque es un triste recordatorio de la creciente intolerancia que enfrentan las minorías religiosas pacíficas en regiones ya marcadas por la tensión. Pedimos a las autoridades de Jammu y Cachemira que hagan justicia y garanticen la seguridad de todos los ciudadanos, sin importar su fe o creencias”.
Mientras tanto, en una pequeña aldea pesquera del sur de India, alrededor de 100 familias cristianas están sufriendo un boicot social impuesto por sus vecinos hindúes desde hace más de tres meses.
Todo comenzó cuando los cristianos del lugar se negaron a contribuir económicamente para la construcción de un templo dedicado a una diosa local. Desde entonces, se les prohibió pescar en zonas comunes, asistir a reuniones sociales e incluso comprar en las tiendas del pueblo.
Una mujer cristiana relató a Open Doors:
“Ni siquiera podemos hablar con las personas que viven al lado de nuestra casa, porque nos imponen una multa. En las tiendas se niegan a vendernos comida o productos básicos. Nos sentimos como extraños en el mismo lugar donde hemos vivido por generaciones”.
Las autoridades locales intentaron organizar reuniones para reconciliar a ambas partes, pero los líderes nacionalistas hindúes rechazaron cualquier diálogo.
Aunque en la mayoría de las comunidades indias las personas que no profesan el hinduismo no están obligadas a financiar templos o ídolos, en este caso los extremistas impusieron la exigencia como forma de presión.
Estos hechos reflejan una realidad alarmante: la persecución religiosa en India sigue aumentando y miles de cristianos viven bajo constante hostigamiento, marginación y miedo.
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