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Hablar de fe es fácil cuando todo parece estar bien. Cuando hay salud, cuando la familia está unida, cuando los sueños se cumplen. Pero cuando la vida se rompe en pedazos y Dios parece guardar silencio, ¿qué queda de nuestra fe? Esa pregunta marcó un antes y un después en la vida de TobyMac, uno de los artistas cristianos más influyentes del mundo. Su historia no es solo la de un músico exitoso, sino la de un padre que aprendió a adorar incluso con el corazón roto.
TobyMac, cuyo nombre real es Kevin McKeehan, ha sido por décadas una voz que inspira a millones a través de su música. Desde sus inicios con el grupo DC Talk en los años noventa, hasta su carrera como solista con álbumes como Eye On It o The Elements, Toby siempre ha llevado un mensaje de esperanza, fe y reconciliación con Dios. Pero detrás del ritmo contagioso de sus canciones y las luces de los escenarios, hay un hombre que ha llorado en silencio, que ha sentido que el alma se le partía en mil pedazos, y que ha tenido que decidir si seguir confiando o rendirse ante el dolor.
En octubre de 2019, su vida cambió para siempre. Su hijo mayor, Truett Foster McKeehan, falleció a los 21 años. Un joven lleno de talento, apasionado por la música, que soñaba con seguir los pasos de su padre, pero que también vivía su propia búsqueda espiritual. Aquella noticia estremeció no solo a TobyMac y su familia, sino a toda la comunidad cristiana. Y aunque nadie está preparado para perder un hijo, Toby descubrió que Dios sigue siendo Dios incluso cuando el corazón no entiende nada.
En una entrevista tiempo después, Toby confesó algo que muchos creyentes sienten pero pocos se atreven a decir: “Cuando perdí a mi hijo, tuve que decidir si seguir creyendo en lo que siempre he dicho en mis canciones o dejarlo todo atrás. Me paré frente a una encrucijada: o corro lejos de Dios o corro hacia Él.”
Esa decisión fue la más difícil de su vida. Eligió correr hacia Dios. Eligió confiar, aunque no tenía respuestas.
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmo 23:4).
Esa promesa se volvió real para él. El mismo Dios que lo había acompañado en los escenarios, lo sostenía ahora en las madrugadas donde las lágrimas no dejaban dormir. Descubrió que la fe no es negar el dolor, sino caminar con él de la mano de Cristo.
TobyMac cuenta que durante los primeros meses después de la muerte de Truett, se levantaba cada mañana con el alma vacía. No tenía ganas de escribir, de cantar ni de hablar con nadie. Pero algo en su interior lo empujaba a orar, incluso sin palabras. A veces solo decía: “Señor, ayúdame a respirar hoy.” Y en esos momentos de silencio, sentía la presencia de Dios de una manera diferente, más íntima, más humana.
“Mi fe no murió —dijo en una entrevista—, pero cambió. Ya no es una fe ligera ni simple. Es una fe que sangra, que camina entre lágrimas, pero que sigue creyendo que Jesús es fiel.”
Su nuevo álbum, Life After Death, no es solo un proyecto musical. Es una confesión. Cada letra, cada acorde, es una oración salida de su quebranto. Canciones como Help Is On The Way o Everything About You reflejan ese proceso de sanar sin entender, de confiar sin ver. Y es que, como él mismo explicó, “la alegría que tengo ahora no es la misma de antes. No se trata de sonreír porque todo está bien, sino de encontrar gozo en medio del dolor, porque sé que Dios sigue aquí.”
“El gozo del Señor es mi fortaleza” (Nehemías 8:10).
Esa frase, que muchos cantan, se convirtió para él en una declaración de guerra contra la tristeza. No se trataba de ignorar la pérdida, sino de abrazarla con esperanza. En lugar de preguntarse “¿por qué?”, empezó a decir “¿para qué?”.
Y ahí, en ese proceso, comenzó a ver que su historia podía servir a otros padres que han pasado por la misma oscuridad.
En una de sus reflexiones, Toby contó que el versículo que más lo sostuvo fue Romanos 8:38-39: “Porque estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada podrá separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Cuando todo lo demás fallaba, esa verdad lo mantenía en pie. No importaba lo que sintiera, no importaba lo que el mundo dijera: el amor de Dios seguía siendo más fuerte que la muerte.
Poco a poco, su familia también comenzó a sanar. Su esposa, Amanda, con quien ha compartido más de 25 años de matrimonio, se convirtió en su refugio. Sus otros hijos encontraron consuelo en la música y en la fe de su padre. Y aunque las heridas no desaparecen, aprendieron a vivir con ellas sin perder la esperanza.
En una entrevista con People, Toby dijo algo que resume su proceso: “No soy la misma persona. Pero sigo aquí. Y sigo creyendo. No porque entienda a Dios, sino porque Él me sostiene cuando no entiendo nada.”
Ese tipo de fe es la que Jesús describió cuando dijo: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mateo 5:4).
La fe de TobyMac no es teórica, es vivida. No se trata de recitar versículos, sino de experimentar la gracia cuando ya no quedan fuerzas. Él mismo reconoce que la gracia fue lo único que lo mantuvo de pie. En uno de sus mensajes públicos dijo: “Sé que volveré a ver a mi hijo, no porque fue perfecto ni porque hizo todo bien, sino porque la gracia de Dios es real. Porque Jesús murió y resucitó para darnos vida eterna. Esa es mi esperanza.”
“Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25).
Esa promesa le dio sentido a su dolor. No era una frase bonita, era la certeza que lo levantaba cada mañana. Su confianza no está en la fama, ni en los premios Grammy, ni siquiera en la música. Está en Cristo, el único capaz de convertir el sufrimiento en propósito.
Hoy, cuando Toby sube al escenario, lo hace con un corazón diferente. Antes cantaba para inspirar; ahora canta para sobrevivir. Y en esa sinceridad, su ministerio se volvió más poderoso. Cada vez que comparte su historia, hay alguien que se identifica, alguien que encuentra esperanza en su dolor.
Muchos de sus seguidores aseguran que nunca habían sentido tanta presencia de Dios en sus conciertos como ahora. Es como si la herida lo hubiera acercado aún más al corazón de Cristo. Él mismo lo explicó así: “El dolor me hizo conocer a Dios no como un concepto, sino como una persona que se sienta a llorar conmigo.”
Eso nos recuerda lo que dice el Salmo 34:18: “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón, y salva a los contritos de espíritu.”
Dios no siempre quita el dolor, pero siempre se acerca a los que sufren.
El testimonio de TobyMac es el reflejo de lo que muchos creyentes viven en silencio. Personas que aman a Dios, pero que enfrentan pérdidas, enfermedades, desilusiones. Y sin embargo, siguen adorando. Porque la verdadera fe no se mide en los días de alegría, sino en los días donde cuesta respirar.
La vida de Toby nos enseña que la fe no es ausencia de lágrimas, sino la decisión de seguir confiando aun cuando el alma duele. Que la esperanza no es negar la realidad, sino creer que Dios puede escribir algo nuevo incluso desde las ruinas.
Él dice que hoy entiende mejor que nunca la cruz. Porque si Dios permitió que Su propio Hijo muriera, y de esa muerte surgió vida, entonces también de nuestro dolor puede salir algo glorioso.
En una de sus canciones más recientes, Toby canta: “The promise never fades. I’ll see you again someday.” (“La promesa nunca se desvanece. Te veré otra vez algún día.”)
Esa frase resume su fe. No es resignación, es esperanza. Es mirar hacia el cielo con los ojos llenos de lágrimas y el corazón lleno de confianza.
Reflexión final:
El dolor no discrimina. Todos, en algún momento, enfrentaremos pérdidas que desafían nuestra fe. Pero si algo aprendemos de TobyMac es que en Cristo hay un consuelo que trasciende la lógica. Cuando todo parece perdido, Dios sigue obrando en silencio. La fe no siempre quita el sufrimiento, pero lo transforma.
Quizás tú también has pasado por un valle parecido. Quizás perdiste a alguien, o algo se rompió en tu vida. Y hoy, igual que Toby, estás frente a una encrucijada: huir de Dios o correr hacia Él.
Corre hacia Él. Llora en Su presencia, no lejos de ella. Dile como Toby: “Ayúdame a respirar hoy.” Dios no te dejará sin consuelo.
“Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán” (Salmo 126:5).
El testimonio de TobyMac nos recuerda que la historia no termina con la muerte, ni con el dolor, ni con las lágrimas. Termina con la victoria de Cristo, con la promesa del reencuentro, con la vida eterna.
Oración final:
Señor, gracias porque aun en medio de la pérdida, Tú permaneces fiel. Gracias porque tu amor no depende de mis circunstancias. Hoy te entrego mi dolor, mis preguntas, mis vacíos. Enséñame a confiar como TobyMac, a seguirte incluso cuando no entiendo. Consuélame con tu presencia y ayúdame a creer que un día todo volverá a estar completo en Ti. En el nombre de Jesús, amén.




