Las palabras de Marco Barrientos en el COICOM 2025 son un llamado urgente a toda la Iglesia de Cristo: recordar que la gloria pertenece únicamente al Señor. Vivimos en una época donde la fama, los aplausos y la admiración pública se han convertido en moneda de cambio, incluso dentro del ministerio. Pero la Palabra nos recuerda: “Él debe crecer, pero yo menguar” (Juan 3:30).
Cuando el púlpito se convierte en un escenario y el ministro en una celebridad, corremos el riesgo de olvidar que el verdadero centro es Cristo. La cultura de la fama no solo desgasta el alma del líder, sino que también engaña al pueblo, haciéndole creer que seguir a un hombre es lo mismo que seguir a Dios. Y eso trae consecuencias graves: depresión, vacío, dobles vidas e incluso, como dijo Barrientos, líderes que llegan a quitarse la vida por no poder sostener la carga de una imagen que no corresponde a la realidad.
El testimonio del pastor Barrientos, marcado por su crisis de salud y por un encuentro con el Espíritu Santo en medio del dolor, nos recuerda que Dios no busca celebridades, sino siervos humildes que dependen de su gracia. La Iglesia no necesita ídolos en la tarima, sino pastores y ministros que, con transparencia, reconozcan su fragilidad y apunten siempre a Jesús, el único digno de ser exaltado.
Pablo lo expresó con claridad: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” (2 Corintios 4:7). Somos barro; Cristo es el tesoro. No nos alimentemos de la adulación, porque es un “falso elixir” que nunca sacia. Alimentémonos de la Palabra, de la oración y de la comunión con el Señor.
Finalmente, este llamado no es solo para ministros, sino también para comunicadores, músicos, periodistas y creyentes. Tenemos la responsabilidad de no promover un evangelio basado en personalidades, sino en la cruz. Nuestra misión es apuntar siempre hacia Cristo, el único que salva, el único que merece honra y el único que nunca falla.




