martes, noviembre 25, 2025

El milagro de sanidad en la vida de Dawn Sherrill, escuchó a Dios decir “te estoy sanando”.

En 2021, la vida de Dawn Sherrill parecía desmoronarse. El diagnóstico fue claro y cruel: cáncer de pulmón en estado 4, con metástasis extendida por todo su cuerpo. Los médicos no daban esperanzas; las estadísticas hablaban de muerte, no de vida. Ella misma sintió cómo el miedo la abrazaba y la oscuridad parecía cubrir su hogar.

Pero en medio del dolor, Dawn decidió creerle a Dios. No negó la realidad, pero eligió refugiarse en la roca eterna que es Cristo. Entre lágrimas repetía: “Señor, si este es mi tiempo, dame paz; pero si tienes más propósito conmigo, muéstrame Tu poder”.

Los días de quimioterapia eran duros. El cuerpo se debilitaba, el cansancio era insoportable y las noches largas. Sin embargo, algo sucedía en su interior: cuando su iglesia la rodeaba en oración, cuando sus hijos le tomaban la mano, cuando alguien ungía su frente con aceite, ella sentía un calor recorrer su ser. Era como si el mismo Espíritu Santo le susurrara: “No temas, porque Yo estoy contigo” (Isaías 41:10).

Los médicos observaban con sorpresa cómo el cáncer comenzaba a retroceder. Lo que parecía imposible, empezó a suceder: los tumores disminuían, la metástasis se frenaba, hasta que finalmente los estudios declararon lo que el cielo ya había decretado: el cáncer había desaparecido.

Hoy Dawn proclama a los cuatro vientos: “Jesús me sanó. Usó la ciencia, usó las manos de los médicos, pero fue Su poder el que me levantó. No fue fácil, hubo días de dudas y miedo, pero nunca dejé de creer que Dios tenía la última palabra. Cada respiro que tomo hoy es para darle gloria a Él”.

Este testimonio nos recuerda que la fe no es ausencia de lágrimas ni de pruebas, sino la certeza de que Dios camina con nosotros en medio del valle de sombra de muerte. Cristo dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25). Y la vida de Dawn es una prueba viviente de esa promesa.

Tal vez tú también estés enfrentando un diagnóstico imposible, una crisis familiar o una carga que te roba la esperanza. Recuerda: el mismo Dios que obró en Dawn sigue obrando hoy. Aunque los médicos digan “no hay salida”, Dios dice: “He aquí, Yo hago cosa nueva” (Isaías 43:19).

Que la historia de Dawn Sherrill no solo nos emocione, sino que nos inspire a confiar. Porque los milagros no quedaron en el pasado: siguen siendo una realidad para quienes creen.

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