martes, noviembre 25, 2025

Oración de la mañana para quienes se levantan temprano a trabajar.



Hay mañanas en las que uno se levanta y lo primero que siente es el peso de la responsabilidad. Uno se levanta por la familia, por los hijos, por el deseo de que nada falte en casa. Y a veces, aunque uno trabaja duro, el dinero no alcanza, los recibos no esperan y la preocupación se mete hasta en los huesos. Hoy quiero que esta oración sea tuya, que salga de tu corazón, que la sientas como si tú mismo la estuvieras diciendo porque está hecha para ti, para tu vida, para tu lucha diaria. Si puedes, repítela despacio… es entre tú y Dios.

Padre, aquí estoy, empezando este día, y antes de salir a trabajar quiero hablar contigo.
Tú sabes cómo amanecí, cómo está mi mente, cómo está mi corazón.
Tú sabes lo que me preocupa, lo que cargo, lo que callo, lo que me pesa.
Padre, hoy me levanto para trabajar, para sacar adelante a mi familia, para poner pan en la mesa, para cubrir los gastos, para cumplir con mis responsabilidades.
Ayúdame, Señor. Te lo pido desde lo más profundo de mi alma: ayúdame.

A veces, Padre, siento que no alcanza.
A veces me canso de luchar tanto.
A veces quiero hacer más, pero no sé cómo.
A veces veo las cuentas y me duele el pecho.
A veces me pregunto si todo va a mejorar.
Pero aun así aquí estoy, de pie, listo para salir, porque sé que tú caminas conmigo.

Señor, te pido que hoy me cuides desde que salgo de mi casa hasta que regresé.
Protégeme en el camino, en la carretera, en el tráfico, en los lugares donde voy a estar.
Líbrame de accidentes, de malas noticias, de personas que quieran hacerme daño, de palabras que me afecten, de cosas que no veo venir.

Padre, dame fuerzas.
Tú sabes que a veces despierto cansado antes de empezar.
Dame energía, dame ánimo, dame ese empujón que solo tú puedes dar.

Dame claridad en mi mente para hacer bien mi trabajo.
Dame paciencia cuando las cosas no salgan.
Dame sabiduría cuando tenga que tomar decisiones.
Dame calma cuando me quiera desesperar.
Dame buen ánimo aunque las cosas exteriores no cambien.

Señor, te entrego mi trabajo.
Cada cosa que voy a hacer hoy, cada esfuerzo, cada paso, cada movimiento de mis manos.
Te lo entrego porque quiero hacerlo bajo tu gracia.
Te pido que abras puertas nuevas, que me des oportunidades, que me sorprendas.
Si hay algo que no he visto, muéstramelo.
Si hay algo que debo cambiar, guíame.
Si hay algo que debo dejar ir, dame valor.

Padre, también pongo en tus manos mi economía.
Tú sabes lo que tengo y lo que no tengo.
Sabes lo que me falta, lo que necesito, lo que me preocupa.
Tú sabes las cuentas que están esperando, los pagos que tengo pendientes, las cosas que me quitan el sueño.
Ayúdame, Señor. Provee. Abre caminos donde no los hay.
Permite que mi trabajo rinda más, que mis ingresos crezcan, que mis esfuerzos se multipliquen.

Yo confío en ti, Padre, pero a veces me cuesta.
A veces me siento solo en esta lucha.
A veces siento que nadie entiende lo que cargo.
Pero tú sí lo entiendes.
Tú ves mis madrugadas, mis desvelos, mis preocupaciones escondidas.
Por eso hoy me refugio en ti.

Señor, cuida a mi familia mientras yo estoy trabajando.
Cuida mi casa, mis hijos, mi esposa, mis seres queridos.
Haz que en mi hogar haya paz, provisión y unión.
Te pido que nada falte en mi mesa, que nada falte en mi hogar, que nada falte en mi familia.

Padre, si mi negocio está lento, tócalo tú.
Si mi trabajo está difícil, fortaléceme tú.
Si me quieren cerrar una puerta, ábreme otra mejor.
Si estoy perdiendo oportunidades, recupéralas tú.
Tú sabes lo que necesito antes de que yo lo pida.
Y por eso yo confío en que tú estás obrando aun cuando yo no lo veo.

Hoy te doy mi cansancio, mi estrés, mis dudas.
Hoy te entrego mis pensamientos y te pido que los alinees con tu paz.
Hoy te pido que me ayudes a no vivir preocupado, sino confiado.
Ayúdame a recordar que tú eres quien me sostiene, no yo solo.
Ayúdame a recordar que tú eres mi proveedor, mi fuerza, mi refugio.

Padre, acompáñame paso a paso en este día.
Que donde yo pise, tú estés conmigo.
Que donde yo trabaje, tú estés presente.
Que cada palabra que diga sea guiada por ti.
Que cada decisión esté bajo tu dirección.
Y que al final del día, cuando regrese a casa, pueda decir: “Dios estuvo conmigo.”

Gracias, Señor, porque tú escuchas mi oración.
Gracias porque tú conoces mi corazón y no me dejas solo.
Gracias porque aunque mis fuerzas se agotan, las tuyas no.
Gracias porque tú eres fiel incluso cuando yo tengo miedo.
Gracias porque tú me levantas, me sostienes, me bendices y me das lo que necesito en el momento perfecto.

Hoy salgo a trabajar confiando en ti.
En el nombre de Jesús, amén.

Antes de terminar, quiero dejarte esto en el corazón…
Dios sabe exactamente lo que estás viviendo. Él no ignora tu cansancio, ni tus cuentas, ni tus luchas, ni tus madrugadas, ni la presión que sientes cuando el dinero no rinde. Él conoce la carga que llevas, y en lugar de alejarse, Él se acerca. Él no te deja a medias. Él no te suelta. Él va contigo. Y aunque hoy no veas la respuesta completa, no te desanimes: Dios está obrando detrás de todo. Lo que ahora te preocupa, mañana será testimonio. Lo que hoy pesa, mañana será liviano. Lo que hoy no entiendes, mañana será claro. Confía. No luchas solo. No cargas solo. Dios te cuida incluso cuando tú no te das cuenta.

Los invito a que me acompañen en la siguiente oración para cerrar…
Señor, dame la fuerza necesaria para este día. Dame tu paz, tu protección y tu favor. Acompáñame desde que salgo hasta que regreso. Te entrego todo mi día, confiando en que tú vas conmigo. Amén.

En Somos Cristianos Conectamos Corazones con Cristo.

También te puede interesar:

COMENTARIOS EN FACEBOOK

COMENTARIOS EN SOMOSCRISTIANOS