En Somoscristianos.org conectamos corazones con Cristo.
Cada año, cuando llega el final de octubre, las calles se llenan de luces anaranjadas, calabazas, telarañas y figuras que parecen divertidas, pero que si las miramos bien, representan la oscuridad, el miedo y la muerte. Muchos lo ven como una tradición familiar o una oportunidad para convivir, pero ¿qué pasa cuando un cristiano se encuentra frente a esta celebración? ¿Podemos participar sin comprometer nuestra fe?
Hoy quiero hablarte con amor, no con juicio. Porque más allá de una fecha, el 31 de octubre representa algo mucho más profundo: la lucha entre la luz de Cristo y la oscuridad del mundo.
En los últimos años, hemos visto cómo las celebraciones se han vuelto parte del calendario cultural. En las escuelas organizan concursos de disfraces, en los vecindarios se reparten dulces y en las redes sociales se publican fotos con trajes y maquillaje. Todo parece inofensivo. Sin embargo, si observamos con discernimiento, veremos que detrás de todo eso hay algo más que simple diversión.
La Biblia dice en Efesios 5:11: “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas.”
No se trata de tener miedo ni de ser extremistas. Se trata de reconocer que lo que el mundo celebra como entretenimiento muchas veces tiene raíces espirituales que no agradan a Dios. El enemigo no siempre se presenta con maldad evidente; a veces se disfraza de alegría, cultura o diversión.
Vivimos en una generación que ha normalizado lo oscuro. Las películas, los juegos y las decoraciones exaltan la muerte, las brujas, los demonios y todo lo que la Biblia llama abominación. Y mientras el mundo celebra esas cosas, Cristo nos llama a caminar en Su luz.
Juan 8:12 dice: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”
Si Jesús es la luz, ¿por qué habríamos de participar en algo que exalta las tinieblas?
Muchos dicen: “No pasa nada, solo es por diversión”. Pero el problema no está solo en lo que haces, sino en lo que representa. Dios siempre advirtió a Su pueblo que no imitara las costumbres de las naciones paganas. No porque fueran personas malas, sino porque esas prácticas los alejaban de la santidad.
Deuteronomio 18:10-12 dice: “No sea hallado en ti quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas.”
Tal vez hoy no se practican esas cosas abiertamente en nuestras calles, pero el trasfondo espiritual sigue siendo el mismo. Cuando el miedo, la oscuridad y la muerte se celebran, estamos participando —aunque sin darnos cuenta— de una exaltación al enemigo de nuestras almas.
El enemigo es experto en disfrazarse. Ya no aparece como algo aterrador, sino como algo divertido, creativo o cultural. 2 Corintios 11:14 advierte: “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.”
Cada vez que un creyente participa de algo que no honra a Dios, aunque no lo haga con mala intención, abre una pequeña puerta espiritual. No es cuestión de superstición, sino de autoridad. Cuando uno pertenece a Cristo, su vida debe reflejar Su luz, no las sombras del mundo.
El gozo verdadero no necesita máscaras. El mundo ofrece una noche de fiesta; Dios ofrece una vida de propósito. Mientras unos se disfrazan para parecer otros, Cristo nos llama a ser transformados a Su imagen.
Romanos 13:12 dice: “Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.”
Muchos creyentes sienten presión en esta época. Ven que sus hijos quieren participar, que sus vecinos decoran las casas, o que sus amigos los invitan a eventos. Pero cuando conoces la verdad, no puedes seguir igual. Jesús dijo en Mateo 5:14: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.”
Eso significa que cuando los demás encienden luces de temor, tú enciendes la luz de la esperanza. No necesitas juzgar a nadie, solo vivir con coherencia. Ser diferente no es ser raro, es ser fiel.
No todo lo que el mundo llama “cultura” honra a Dios. Muchas costumbres modernas son solo versiones nuevas de antiguas prácticas paganas. El 31 de octubre es una de ellas. Detrás de las risas y los dulces hay una exaltación a lo que Cristo venció en la cruz.
1 Corintios 15:55-57 dice: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?… Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
Por eso un cristiano no celebra la muerte, sino la vida. No celebra el miedo, sino la fe. No celebra las tinieblas, sino la luz.
Y no se trata solo de evitar, sino de reemplazar. Hay quienes usan esa fecha para hacer lo contrario: oran por sus vecindarios, leen la Biblia con sus hijos o comparten el mensaje del Evangelio. Algunos dejan una vela encendida como símbolo de la luz de Cristo, o escriben un versículo en la puerta de su casa. Otros aprovechan para hablarle a los niños que tocan su puerta sobre Jesús, regalándoles una tarjeta con un mensaje de amor. Así se vence la oscuridad: con luz, no con rechazo.
Las redes sociales también se han convertido en campo de batalla espiritual. Es triste ver a muchos creyentes compartiendo imágenes que exaltan lo macabro, mientras otros aprovechan la fecha para proclamar esperanza. Tú decides de qué lado estar. Puedes llenar tu muro de miedo o de fe.
Romanos 12:2 nos recuerda: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.”
A veces da tristeza ver cómo incluso dentro de las iglesias hay confusión. Algunos dicen que no tiene nada de malo, otros que es solo diversión. Pero si algo no glorifica a Dios, no puede ser bueno para tu espíritu.
No es cuestión de religión, sino de relación. Quien tiene comunión con Cristo sabe distinguir cuando algo no le agrada. Y aunque el mundo se burle, el creyente que obedece a Dios siempre sale bendecido.
En esta fecha, el enemigo celebra la oscuridad, pero el pueblo de Dios celebra la luz. Donde otros se disfrazan, nosotros mostramos el rostro de Cristo. Donde otros buscan miedo, nosotros ofrecemos esperanza. Donde otros festejan la muerte, nosotros proclamamos la vida eterna.
Ser cristiano en este tiempo no es fácil. El mundo ridiculiza lo espiritual y exalta lo que antes se consideraba mal. Pero recuerda que el que está contigo es más grande que el que está en el mundo. Si te mantienes firme, tu testimonio hablará más fuerte que cualquier sermón. No necesitas discutir, solo vivir con coherencia.
Tu casa puede ser un faro en medio de la oscuridad. Tus palabras pueden ser consuelo para quien no entiende. Y tu decisión de no participar, aunque parezca pequeña, puede marcar una diferencia eterna.
El 31 de octubre no tiene poder sobre ti. No temas lo que otros celebran. Lo importante no es la fecha, sino quién reina en tu corazón. Si Jesús es tu Señor, Su luz habita en ti.
En un mundo que busca disfraces, sé tú mismo: hijo de Dios. En una sociedad que glorifica la muerte, glorifica la vida. En un tiempo donde muchos siguen la corriente, tú sigue a Cristo. Porque al final, solo la luz permanece.
Oración.
Señor Jesús, gracias por traerme de las tinieblas a Tu luz. En este tiempo donde el mundo celebra lo que Tú venciste, quiero permanecer firme en Tu verdad. Guárdame de caer en confusiones o costumbres que no te honran. Ayúdame a ser testimonio vivo de Tu amor. Que mi hogar refleje Tu presencia y que mi corazón sea sensible a Tu Espíritu. Enséñame a amar sin juzgar, a hablar con sabiduría y a brillar con Tu luz en medio de la oscuridad. En Tu nombre poderoso, amén.
Invitación.
Si al leer esto sientes el deseo de acercarte a Dios, hoy es un buen momento. No importa lo que hayas hecho ni lo que hayas celebrado. Jesús no te rechaza; Él te espera con los brazos abiertos. Puedes decirle desde tu corazón:
“Señor Jesús, te entrego mi vida. Perdona mis pecados y límpiame con Tu sangre. Quiero caminar en Tu luz y vivir para Ti. Gracias por amarme, por salvarme y por darme una nueva oportunidad.”
Si hiciste esta oración, no fue casualidad que llegaras aquí. Dios te está llamando a una nueva vida. Empieza hoy. Lee Su Palabra, busca Su presencia, y permite que Su luz ilumine cada rincón de tu alma. Porque no hay fiesta más grande que vivir todos los días en Su amor. Llena la siguiente forma y enviala para Orar por tí.





No festejar noche de brujas