Desde hace años escuchamos hablar de guerras, sanciones, crisis energéticas y del poder que el petróleo tiene sobre las naciones. Pero pocos se detienen a mirar más allá de los tanques y los barriles, para descubrir que detrás de toda esa tensión global hay un eco antiguo… una profecía que resuena desde el libro de Ezequiel.
Hace unas semanas, mientras veía las noticias sobre los conflictos en Medio Oriente y la lucha por el control de rutas energéticas, recordé un pasaje que me estremeció. En Ezequiel 38, Dios le habla al profeta sobre un futuro ataque de una confederación de naciones lideradas por Gog, príncipe de Magog, contra Israel. En ese momento sentí que el mapa del mundo moderno cobraba otro sentido.
Cuando el petróleo se convierte en el nuevo “oro”.
El petróleo es, sin duda, el recurso que más influencia tiene sobre la política mundial. Donde hay reservas, hay poder, y donde hay poder, hay conflicto. Basta ver cómo los precios del crudo pueden alterar economías enteras o provocar guerras disfrazadas de “intervenciones humanitarias”. Detrás de los discursos diplomáticos, muchas veces se esconde una simple verdad: quien controla la energía, controla al mundo.
Y si observamos las regiones mencionadas en la profecía —nombres antiguos como Mesec, Tubal, Persia, Cus y Fut— notamos que hoy corresponden a territorios clave en la geopolítica del petróleo: Rusia, Irán, Turquía, Sudán, Libia… todos actores actuales en el tablero energético y militar. ¿Es coincidencia? Tal vez. Pero cuando la Biblia y los titulares del día comienzan a coincidir, el creyente debe prestar atención.
Ezequiel 38 y la alianza del norte.
“Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro contra Gog en tierra de Magog, príncipe soberano de Mesec y Tubal, y profetiza contra él.”
— Ezequiel 38:1–2
La profecía de Gog y Magog describe una coalición que se levanta desde el norte para atacar a Israel “cuando habite confiado”. No se trata solo de una batalla militar, sino de una confrontación espiritual donde las potencias humanas desafían el propósito divino.
Muchos estudiosos asocian a Gog con el poder ruso y a Magog con sus naciones aliadas, especialmente de Medio Oriente y África. Y aunque el cumplimiento total parece futuro, los movimientos actuales en la región muestran cómo el mundo se prepara, consciente o no, para esa gran confrontación profetizada hace más de 2,500 años.
Cuando Rusia invadió Ucrania y los precios del petróleo se dispararon, muchos vieron un conflicto político; pero los ojos espirituales perciben algo más profundo: una sacudida global que mueve los cimientos de la economía, la energía y la fe. Cada vez que el mundo se reorganiza alrededor del petróleo, las palabras de Ezequiel parecen resonar con más fuerza.
Israel: el centro de la profecía.
Durante siglos, Israel fue una nación pequeña sin recursos energéticos notables. Sin embargo, en las últimas décadas se han descubierto enormes reservas de gas natural en sus costas. Este hallazgo cambió su papel en la región: ahora no solo es el pueblo del pacto, sino también un actor energético emergente.
Y eso, inevitablemente, atrae miradas. Las alianzas, las tensiones y los pactos entre Rusia, Irán y otras naciones vecinas comienzan a alinearse con la descripción profética. Es como si el mundo entero se estuviera moviendo lentamente hacia el escenario descrito por Ezequiel, donde la codicia, el poder y la rebeldía contra Dios convergen en una misma dirección.
“Y dirás: Subiré contra una tierra indefensa; iré contra gentes tranquilas, que habitan confiadamente… para tomar despojos y para arrebatar despojos.”
— Ezequiel 38:11–12
La motivación de Gog no es solo política, sino económica. Busca “despojos”, riquezas, recursos. ¿Qué otro recurso mueve más al mundo moderno que el petróleo y el gas? La profecía parece cobrar una claridad escalofriante.
Cuando la profecía y la economía se cruzan.
Los analistas internacionales hablan de “geopolítica energética” para explicar cómo el control del petróleo define las alianzas. Pero los cristianos sabemos que hay una mano invisible detrás de todo: el cumplimiento de la Palabra de Dios.
A veces, el Señor permite que las potencias se levanten para cumplir su propósito, incluso cuando creen que lo hacen por ambición o poder. Es una lección que se repite desde Babilonia hasta nuestros días: los reinos pasan, pero la soberanía de Dios permanece.
Mientras el mundo se enfoca en precios y sanciones, el cielo observa cómo las piezas del plan divino se acomodan. Gog y Magog no son solo nombres antiguos; son símbolos de una humanidad que busca imponerse sobre Dios, creyendo que la riqueza y el poder pueden reemplazar Su autoridad.
Reflexión: el combustible del alma.
Viviendo en un tiempo donde la economía del petróleo dicta el rumbo de las naciones, el cristiano debe recordar que nuestro verdadero combustible no está en un barril, sino en el Espíritu Santo. El mundo puede depender del crudo, pero nosotros dependemos del fuego de Dios.
“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
— Zacarías 4:6
El petróleo puede dar poder, pero solo el Espíritu da vida. Cuando entendemos esto, la profecía deja de ser motivo de miedo y se convierte en una confirmación: Dios sigue teniendo el control de la historia. Nada sucede fuera de Su plan, ni siquiera las guerras ni los tratados energéticos.
Quizás pronto veamos cumplirse partes de Ezequiel 38 con más claridad. Tal vez los titulares hablen de alianzas “del norte” o de coaliciones económicas inesperadas. Pero mientras eso ocurre, nuestro llamado sigue siendo el mismo: permanecer firmes, no en la economía del mundo, sino en la fe del Reino eterno.
Oración final.
Señor, en medio de las convulsiones del mundo y de las guerras por el poder, enséñanos a confiar solo en Ti. Que no pongamos nuestra esperanza en los recursos ni en los gobiernos, sino en tu Palabra viva que nunca falla. Llena nuestro corazón con tu Espíritu, y ayúdanos a entender los tiempos con sabiduría, para mantenernos firmes hasta que regreses.
Amén.




