“Y alabó el señor al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz.” — Lucas 16:8.
A veces los versículos más incómodos son los que más nos hacen pensar. Este texto parece confuso porque Jesús parece elogiar la conducta de un hombre injusto. Pero en realidad, el Señor no está aprobando su engaño, sino reconociendo su inteligencia para actuar con visión. Jesús usa esa historia para mostrar algo que aún hoy sigue siendo cierto: muchas veces los hijos del mundo son más estratégicos, más determinados y más disciplinados que los hijos de la luz.
El mayordomo infiel de la parábola sabía que perdería su trabajo y reaccionó rápido. No se quedó lamentándose, sino que pensó, planificó y actuó para asegurar su futuro. Su motivación fue egoísta, pero su actitud fue decisiva. Jesús no nos invita a imitar su deshonestidad, sino su capacidad para moverse con propósito. Los creyentes tenemos la verdad, pero a veces nos falta visión. Oramos, pero no actuamos. Creemos, pero no planeamos. Esperamos milagros, pero no sembramos nada.
Dios no bendice la pasividad, sino la fidelidad. La fe no se demuestra solo esperando, sino también administrando bien lo que ya tenemos. Hay quienes oran por provisión, pero gastan sin pensar. Otros piden que Dios los use, pero nunca se preparan. Muchos quieren servir, pero no se organizan ni se capacitan. Jesús nos está diciendo que la fe y la inteligencia deben caminar juntas. Que debemos ser buenos mayordomos no solo espirituales, sino también prácticos.
La Biblia nos enseña que la sabiduría es una forma de adoración. “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Proverbios 9:10). Temer a Dios no significa vivir con miedo, sino vivir con propósito. Cuando usamos el tiempo, el dinero, los dones y las oportunidades con prudencia, estamos honrando al Dios que nos los dio.
Jesús también dijo: “Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas.” (Mateo 10:16). No se trata de ser desconfiados, sino estratégicos. Ser espiritual no significa ser ingenuo. Significa saber discernir cuándo hablar, cuándo callar, cuándo avanzar y cuándo esperar. Los hijos de la luz deben aprender a ser sagaces, no para manipular, sino para influir. No para aprovecharse, sino para servir con excelencia.
El mundo planifica su éxito con determinación, mientras muchos creyentes descuidan su llamado. Los hijos del mundo estudian, invierten, se preparan, y muchas veces prosperan más que los hijos de Dios que oran sin acción. Pero el Señor quiere una generación de creyentes llenos del Espíritu y también llenos de sabiduría. Personas que usen su inteligencia, su disciplina y su fe para edificar el Reino en la tierra.
Oración:
Señor, enséñame a unir mi fe con sabiduría.
Ayúdame a no quedarme esperando lo que puedo construir contigo.
Dame visión para planificar, valentía para actuar y humildad para obedecer.
Hazme un hijo de luz que camina con propósito, que usa su mente y su corazón para glorificarte.
Que mi vida refleje tu inteligencia divina y tu amor eterno.
Amén.




