martes, noviembre 25, 2025

El papel de los jóvenes en un avivamiento previo al regreso de Cristo.

A lo largo de la historia bíblica, Dios ha usado a los jóvenes en momentos clave para traer renovación espiritual. José soñó con los planes de Dios cuando apenas era un muchacho, Samuel escuchó la voz del Señor en el silencio del templo siendo un niño, y David fue ungido rey cuando aún cuidaba ovejas. En el Nuevo Testamento, Timoteo fue ejemplo a pesar de su juventud, y los discípulos mismos eran jóvenes cuando Jesús los llamó a transformar el mundo.

Cada vez que el pueblo de Dios se ha alejado, el Señor ha levantado una generación dispuesta a encender la llama del Espíritu en medio de la oscuridad. Hoy, más que nunca, el mundo vive una etapa de confusión, idolatría moderna y enfriamiento espiritual. Muchos corazones se han vuelto apáticos, pero Dios sigue buscando a jóvenes que digan como Isaías: “Heme aquí, envíame a mí” (Isaías 6:8).

El avivamiento que precederá al regreso de Cristo no será un evento, sino un despertar. Y ese despertar comienza en los corazones jóvenes que deciden vivir con pasión por el Evangelio, rechazar la tibieza y abrazar la santidad. Jesús dijo: “El que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará” (Juan 14:12). Estas palabras no fueron una metáfora, sino una promesa. Los jóvenes que creen en Él tienen el poder del Espíritu Santo para llevar su luz a las escuelas, universidades, redes sociales y calles.

Los jóvenes no son el futuro de la Iglesia; son su presente. No están llamados solo a llenar bancas, sino a encenderlas. Muchos piensan que deben esperar “su turno” para servir, pero en los tiempos de Dios no hay espera cuando el fuego arde. Pedro, al ser lleno del Espíritu Santo en Pentecostés, recordó la profecía de Joel: “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán” (Hechos 2:17). Esa palabra no se ha agotado; es una promesa vigente para esta generación.

El mundo necesita jóvenes diferentes: no rebeldes por moda, sino radicales por Cristo; no seguidores de tendencias, sino portadores de su presencia. Cuando un joven se atreve a orar, ayunar y buscar al Señor en medio de la distracción del mundo moderno, se convierte en un canal de poder que contagia esperanza a otros.

Muchos se preguntan cómo se verá ese avivamiento antes del regreso de Cristo. Tal vez no será con luces ni grandes escenarios, sino con jóvenes que doblan sus rodillas en sus cuartos, que interceden por sus amigos, que predican sin miedo, que sirven sin aplausos, que aman sin condiciones. Avivamiento es cuando Jesús deja de ser solo un tema y se convierte en el centro de la vida.

Palabras para meditar:
Quizá Dios te está llamando a ti, joven, a ser parte de ese movimiento final. No esperes un “día especial” o una señal extraordinaria. Empieza hoy. Habla con Él, deja que transforme tu interior, y cuando menos lo esperes, descubrirás que el fuego que arde en ti será la chispa que encienda a otros.

“Nadie tenga en poco tu juventud; sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza.” (1 Timoteo 4:12)

Cuando los jóvenes se levantan con fe, el cielo se abre. Y ese avivamiento —ese soplo fresco del Espíritu— podría ser el preludio del regreso glorioso del Rey.

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