En los últimos años, la tecnología ha transformado la forma en que las iglesias predican, evangelizan y se conectan con el mundo. Desde transmisiones en vivo hasta aplicaciones bíblicas, la Palabra de Dios puede llegar hoy a millones de personas con solo un clic. Sin embargo, esta revolución digital también plantea una pregunta profunda: ¿es la tecnología un instrumento que Dios ha permitido para expandir Su Reino o una trampa sutil del sistema para distraer y controlar a los creyentes?
En la historia bíblica, cada avance o herramienta tuvo un propósito determinado por Dios. Moisés usó una vara para liberar a Israel; David, una honda para vencer a Goliat; Pablo, las cartas para fortalecer las iglesias. Hoy, esa “vara”, esa “honda” o esas “cartas” podrían representarse por una cámara, un micrófono o una red social. Cuando se usan con discernimiento, la tecnología puede ser una herramienta profética: un medio para anunciar a Cristo en los rincones más lejanos del planeta. “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mateo 24:14).
Pero la otra cara de la moneda es peligrosa. El mismo medio que difunde el evangelio también propaga la confusión, el engaño y el control masivo. Las redes sociales manipulan emociones, los algoritmos moldean pensamientos y la dependencia tecnológica puede volver a la iglesia pasiva, distraída y superficial. Detrás de cada pantalla existe una estructura de poder que busca moldear lo que la gente ve, cree y consume. No es casualidad que Apocalipsis 13 hable de un sistema global que impondrá su dominio por medio de señales, imágenes y control: “Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha o en la frente.” (Apocalipsis 13:16). Aunque ese tiempo aún no ha llegado plenamente, el terreno está siendo preparado con cada avance tecnológico que centraliza la información y la vigilancia.
La Iglesia debe mantenerse despierta. No se trata de rechazar la tecnología, sino de usarla sin ser dominados por ella. Un creyente lleno del Espíritu Santo puede usar una cámara para predicar, pero un creyente distraído puede terminar sirviendo a los números, los likes y la fama, sin darse cuenta de que ya cayó en la trampa del sistema. Jesús dijo: “Mirad que nadie os engañe.” (Mateo 24:4). Esa advertencia hoy tiene un eco digital.
Reflexión:
Dios permite que la tecnología exista en este tiempo porque su propósito sigue siendo alcanzar almas. Pero así como el enemigo tentó a Jesús usando la misma Palabra, también puede usar la tecnología para seducir a la Iglesia con éxito aparente y control disfrazado de progreso. Por eso, el creyente debe discernir el espíritu detrás de cada pantalla, cada plataforma y cada tendencia.
Usar la tecnología con sabiduría es reconocer que la profecía se está cumpliendo ante nuestros ojos. El mensaje del evangelio nunca fue tan accesible, pero tampoco el engaño estuvo tan cerca. La clave está en mantener el corazón en Cristo y no en el sistema. Porque cuando la tecnología deja de ser una herramienta para anunciar a Jesús y se convierte en un sustituto de Su presencia, deja de ser una bendición y se vuelve una trampa.
“Examinadlo todo; retened lo bueno.” (1 Tesalonicenses 5:21).
Esa es la actitud que la Iglesia necesita hoy: usar cada recurso con propósito, pero con discernimiento, sabiendo que en estos tiempos proféticos, incluso la tecnología puede ser parte del plan divino… o del engaño final.




