martes, noviembre 25, 2025

El lenguaje universal de la tecnología y la confusión de lenguas de Babel

Hoy vivimos una era donde la tecnología parece haber creado un nuevo idioma universal. No importa si hablas español, inglés o chino: un “like”, un emoji o un código binario pueden ser entendidos por millones de personas en cualquier rincón del planeta. Las pantallas, los algoritmos y las redes sociales han borrado fronteras lingüísticas, conectando a la humanidad como nunca antes.

Sin embargo, esta aparente unidad tecnológica nos recuerda un antiguo episodio de la Biblia: la Torre de Babel. En Génesis 11, los hombres quisieron construir una torre que llegara al cielo, buscando hacerse un nombre y no depender de Dios. Entonces el Señor confundió sus lenguas y los dispersó por toda la tierra.

“Ahora, pues, descendamos y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.” – Génesis 11:7

Hoy, miles de años después, los humanos vuelven a hablar un mismo idioma —el de la tecnología—, pero esta vez, muchas veces sin el propósito correcto. En lugar de unirnos para glorificar a Dios, usamos la tecnología para el orgullo, la vanidad o la manipulación. Nos comunicamos más, pero nos entendemos menos.

El internet puede ser la nueva Babel moderna: millones de voces hablando al mismo tiempo, buscando atención, poder o reconocimiento. Pero el Espíritu Santo sigue ofreciendo un lenguaje diferente: el del amor, la verdad y la comunión.

En Pentecostés, Dios revirtió lo que ocurrió en Babel. Allí dio un lenguaje espiritual común a todos los creyentes: el lenguaje del Espíritu, que une en lugar de dividir.

“Y todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” – Hechos 2:4

La tecnología no es mala; lo peligroso es usarla sin propósito divino. Dios no está en contra del progreso, sino del orgullo humano que se cree autosuficiente.
El verdadero lenguaje universal no es el de los algoritmos, sino el del amor de Cristo, que puede ser entendido por todo corazón que se abre a Él.

¿Estamos usando la tecnología para construir nuestra propia torre de orgullo o para compartir el mensaje del Reino?
La humanidad busca un idioma que nos una, pero solo el Espíritu Santo puede darnos la verdadera conexión que ni la inteligencia artificial puede lograr.

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