El cuidado del medio ambiente se ha convertido en uno de los temas más urgentes de nuestra era. Sequías, contaminación, deforestación y cambio climático nos recuerdan que la relación del ser humano con la naturaleza no siempre ha sido responsable. Frente a esto, surge una pregunta fundamental: ¿los cristianos tenemos la responsabilidad de cuidar la creación? La respuesta bíblica es clara: sí.
1. Dios como Creador y dueño de todo
Desde el inicio, la Biblia presenta a Dios como el Creador soberano. Génesis 1:1 declara: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Esto significa que el mundo no nos pertenece a nosotros, sino a Dios. El Salmo 24:1 lo reafirma: “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan”.
Por lo tanto, nuestra relación con la creación no es de dueño absoluto, sino de administradores responsables.
2. El mandato de mayordomía
En Génesis 2:15 se nos dice que el hombre fue puesto en el huerto del Edén “para que lo labrara y lo guardase”. Esto implica un mandato doble: trabajar la tierra, pero también protegerla. La Biblia nunca autoriza el abuso o la explotación sin límites. La mayordomía cristiana significa usar los recursos de Dios con gratitud, pero también con responsabilidad.
3. El pecado y la creación herida
La caída del hombre no solo afectó al ser humano, sino también a la creación. Romanos 8:22 señala: “Sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora”. La contaminación, la destrucción de ecosistemas y la extinción de especies son parte de ese “gemido” de una creación que sufre por el pecado humano.
Cuando descuidamos la naturaleza, estamos reflejando una vida de egoísmo y desconexión con el plan de Dios.
4. Jesús y la restauración de todas las cosas
La obra de Cristo no solo incluye la redención del hombre, sino la restauración de toda la creación. Colosenses 1:20 declara que por medio de Cristo, Dios reconcilia consigo “todas las cosas, así las que están en la tierra, como las que están en los cielos”. El evangelio tiene implicaciones cósmicas: la creación misma será renovada y liberada del pecado.
Esto nos recuerda que nuestro cuidado ambiental es también una anticipación de la obra restauradora de Cristo.
5. La responsabilidad práctica del creyente
Cuidar el medio ambiente no es una ideología moderna, sino un acto de obediencia a Dios. Algunas formas prácticas de vivir este mandato son:
- Usar responsablemente el agua y la energía.
- Evitar el desperdicio de alimentos.
- Promover el reciclaje y la reutilización.
- Participar en iniciativas comunitarias de limpieza y reforestación.
- Educar a nuestros hijos sobre la importancia de valorar la creación.
Cada acción, por pequeña que parezca, refleja nuestro compromiso con el Creador.
6. El cuidado ambiental como testimonio cristiano
El mundo observa cómo los cristianos vivimos. Cuando mostramos respeto por la creación, estamos testificando que creemos en un Dios que se preocupa por su obra. Nuestra actitud hacia la naturaleza puede ser un puente evangelístico: el cuidado del planeta muestra el carácter de un Dios que ama y sustenta la vida.
7. ¿Son los desastres naturales un castigo de Dios?
Algunos creyentes se preguntan si tragedias como los incendios en California, especialmente en ciudades como Los Ángeles, son un castigo divino por el estilo de vida liberal que caracteriza a ciertos estados. De la misma manera, otros podrían pensar que las inundaciones en Texas son una señal del juicio de Dios sobre un estado conocido por su postura conservadora.
La realidad bíblica es que tanto estados liberales como conservadores enfrentan desastres naturales. Esto nos recuerda que nadie está exento de las consecuencias del pecado que afecta al mundo entero. Romanos 3:23 declara: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.”
Jesús corrigió esta mentalidad de juzgar a los demás cuando habló sobre tragedias en Lucas 13:4–5:
“¿O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé y los mató, pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.”
Los desastres naturales deben llevarnos a reflexionar, no a señalar con el dedo. El mensaje es claro: lo importante no es si un estado es liberal o conservador, sino si las personas viven en obediencia a Dios y en arrepentimiento. El llamado divino es universal: a todos nos urge volvernos a Cristo, pues solo Él puede traer la verdadera restauración y la esperanza de “cielos nuevos y tierra nueva” (Apocalipsis 21:1).
A tomar en cuenta
Sí, los cristianos tenemos la responsabilidad de cuidar la creación. No se trata de seguir modas ecológicas, sino de obedecer un mandato bíblico de mayordomía. La tierra es un regalo de Dios y nuestro llamado es administrarla con sabiduría, gratitud y responsabilidad. Al hacerlo, no solo protegemos el mundo que habitamos, sino que glorificamos al Creador y anticipamos la restauración que Cristo traerá a toda la creación. Y frente a los desastres naturales, debemos recordar que no son oportunidades para juzgar, sino para reflexionar, arrepentirnos y reafirmar nuestra esperanza en la obra redentora de Cristo.




