martes, noviembre 25, 2025

El cristiano y la política: ¿debe participar o apartarse?

La política es un tema que genera divisiones, debates y, muchas veces, pasiones intensas. Para el creyente en Cristo surge una pregunta difícil: ¿debe involucrarse activamente en la política o mantenerse al margen para no contaminarse con un mundo lleno de intereses y corrupción? La Palabra de Dios nos da principios claros que nos ayudan a discernir este dilema.


1. El creyente y su ciudadanía doble

La Biblia enseña que el cristiano tiene una ciudadanía terrenal y celestial. El apóstol Pablo dijo:

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20).

Esto significa que, aunque vivimos en un país y bajo un sistema de gobierno humano, nuestra verdadera lealtad es al Reino de Dios. Sin embargo, Jesús también nos enseñó a dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (Mateo 22:21). En otras palabras, no podemos ignorar nuestras responsabilidades cívicas.


2. El mandato bíblico de influir con luz

Jesús dijo:

“Vosotros sois la luz del mundo… Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16).

El cristiano no fue llamado a esconderse, sino a ser luz. Eso implica también ejercer influencia en la sociedad, incluyendo la política. Participar con principios y valores bíblicos puede ser una forma de frenar la injusticia y promover lo bueno.


3. El peligro de la idolatría política

Al mismo tiempo, la Biblia advierte que ningún sistema humano puede sustituir al Reino de Dios. La política puede convertirse en un ídolo cuando el creyente deposita en ella toda su confianza o permite que divida su fe.
El salmista declaró:

“Mejor es confiar en Jehová que confiar en el hombre” (Salmo 118:8).

Participar sí, pero sin olvidar que la esperanza del mundo no está en un partido o candidato, sino en Jesucristo.


4. El ejemplo de personajes bíblicos

En la Escritura encontramos ejemplos de hombres de Dios que tuvieron roles importantes en gobiernos seculares:

  • José fue gobernador en Egipto y usó su posición para salvar vidas (Génesis 41).
  • Daniel sirvió en la corte de reyes paganos y se mantuvo fiel a Dios (Daniel 6).
  • Ester intercedió por su pueblo desde dentro del palacio real (Ester 4).

Estos casos muestran que es posible estar en política sin apartarse de la fe, siempre y cuando el corazón permanezca firme en Dios.


5. ¿Participar o apartarse?

La respuesta no es absoluta, pero sí clara en principios bíblicos:

  • Apartarse de toda forma de corrupción, odio y pleito.
  • Participar en todo lo que contribuya al bien común, la justicia y la paz (Romanos 13:1-7).
  • Orar por las autoridades, sean de nuestra preferencia o no: “Exhorto… a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia…” (1 Timoteo 2:1-2).

Conclusión

El cristiano no debe encerrarse en un aislamiento espiritual ni tampoco entregarse ciegamente a la política. La clave está en vivir como ciudadanos del cielo que cumplen con responsabilidad en la tierra, participando con sabiduría, integridad y oración. Al final, la verdadera esperanza no viene de un presidente ni de un parlamento, sino del Rey de reyes y Señor de señores: Jesucristo.

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