En los últimos años, hemos visto cómo muchos pastores evangélicos cristianos en Estados Unidos usaron el púlpito para influir en sus congregaciones a votar por su candidato preferido. Su principal argumento fue que representaba los valores cristianos en la política, sobre todo en su postura contra el aborto y la comunidad LGBTQ+. Sin embargo, su trato hacia los inmigrantes ha generado un dilema moral que muchos de estos líderes espirituales parecen ignorar o justificar.
¿Un Evangelio Selectivo?
El Evangelio de Jesucristo es claro en su llamado al amor, la misericordia y la justicia. Sin embargo, muchos pastores justificaron su apoyo a su candidato preferido sin considerar el impacto que sus políticas tendrían en comunidades vulnerables, especialmente los inmigrantes. Se predicó con fervor sobre la santidad de la vida en el vientre, pero se guardó silencio sobre la dignidad de la vida de los inmigrantes que han huido de la violencia, la pobreza y la desesperación en busca de una mejor oportunidad.
Jesús nos enseñó que el segundo mandamiento más importante es “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31). ¿No es el inmigrante nuestro prójimo? ¿No es el extranjero también objeto del amor y la gracia de Dios? ¿Cómo pueden aquellos que dicen predicar la Palabra apoyar políticas que separan familias, encierran niños en jaulas y tratan a los inmigrantes como criminales?
El Uso del Púlpito como Plataforma Política
El púlpito debe ser un lugar de proclamación del Evangelio, no un instrumento de manipulación política. Sin embargo, muchos pastores no solo respaldaron a a su candidato, sino que promovieron su candidatura con un fervor que parecía más partidista que cristiano. En algunos casos, se utilizó el miedo para convencer a los creyentes de que votar por otro candidato era una traición a Dios. Se predicó contra el aborto y la agenda LGBTQ+, pero se ignoró la corrupción, la mentira, el racismo y la crueldad de las políticas migratorias.
En Mateo 23:23, Jesús reprendió a los fariseos por enfatizar ciertos aspectos de la ley mientras descuidaban “la justicia, la misericordia y la fe”. ¿No están haciendo lo mismo estos pastores? Se aferran a una causa, pero descuidan la compasión y la justicia para con el extranjero.
El Silencio Culpable
Ahora que el presidente está en el poder nuevamente y sus políticas migratorias están afectando a miles de familias, muchos de estos pastores guardan silencio. No hay llamados de arrepentimiento ni de solidaridad con los inmigrantes que sufren. El mismo púlpito que fue utilizado para hacer campaña por el presidente, ahora no se usa para denunciar la injusticia. ¿Dónde está la voz profética que habla en contra del abuso de poder y la opresión?
El profeta Isaías clamó: “Aprended a hacer el bien; buscad la justicia, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda” (Isaías 1:17). Si la iglesia calla ante la injusticia, entonces está fallando en su misión.
Jesús no solo habló sobre el pecado personal, sino que también denunció la opresión de los poderosos. Su ministerio fue uno de amor, pero también de confrontación contra la hipocresía religiosa y la injusticia social. ¿Por qué, entonces, tantos pastores prefieren callar ante la persecución de los inmigrantes?
Un Llamado al Arrepentimiento
Es tiempo de que los pastores que usaron el púlpito para promover a su candidato preferido reconozcan su error y tomen responsabilidad por las consecuencias de su influencia. No se trata de izquierda o derecha, de demócratas o republicanos; se trata del Evangelio y de su llamado a la justicia y el amor.
La iglesia debe ser un refugio para los oprimidos, no un instrumento de opresión. No podemos permitir que la política nos haga perder de vista nuestra misión de reflejar el amor de Cristo a todos, sin importar su estatus migratorio o nacionalidad.
El libro de Santiago nos recuerda que la verdadera religión es aquella que “atiende a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y se guarda sin mancha del mundo” (Santiago 1:27). La política no puede manchar el Evangelio.
El llamado es claro: los líderes cristianos deben arrepentirse de haber puesto la política por encima de la compasión. Deben reconocer que el Evangelio de Cristo es para todos y que la iglesia tiene la responsabilidad de ser una voz para los que no tienen voz.
Es tiempo de reflexionar y volver a la esencia del Evangelio. Como iglesia, estamos llamados a defender la vida en todas sus formas, desde el no nacido hasta el inmigrante que cruza la frontera en busca de esperanza. La misericordia de Dios no tiene fronteras, y nuestra fe tampoco debería tenerlas.