La partida de Ruth Elton, misionera en Nigeria durante más de siete décadas, nos recuerda que la verdadera grandeza no se mide en títulos, riquezas o reconocimiento humano, sino en una vida entregada al servicio de Dios y del prójimo.
El ejemplo de un corazón íntegro
Ruth renunció a su ciudadanía británica para identificarse plenamente con el pueblo nigeriano. Esa decisión refleja el espíritu del apóstol Pablo, quien decía: “Me he hecho todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios” (1 Corintios 9:22). Su amor no conoció fronteras; no buscó honores, sino almas para Cristo.
Humildad y servicio práctico

Más allá de la predicación, Ruth se involucró en lo cotidiano: educación en higiene, nutrición, salud infantil y entrega de iglesias a líderes locales. Su ejemplo muestra que el Evangelio no solo transforma corazones, sino también comunidades enteras cuando se vive con compasión activa.
Perseverancia en medio de pruebas
A pesar de oposición, enfermedades y ataques, Ruth permaneció firme en su fe. Esto nos recuerda que la misión cristiana no está exenta de dificultades, pero la gracia de Dios sostiene a quienes se entregan a su llamado. Como dijo Jesús: “Sed fieles hasta la muerte, y yo os daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10).
Un legado que inspira
El testimonio de Ruth Elton sigue vivo en cada iglesia fundada, en cada niño sano gracias a su labor, y en cada ministro que se inspiró en su fe. Su vida es una invitación a preguntarnos: ¿estamos invirtiendo nuestros días en lo temporal o en lo eterno?
👉 Conclusión:
La historia de Ruth Elton nos desafía a vivir con propósito eterno, recordando que el Reino de Dios avanza gracias a hombres y mujeres dispuestos a amar sin reservas, servir sin esperar aplausos y perseverar hasta el final. Ella descansa, pero su siembra sigue dando fruto para la gloria de Cristo.




