martes, noviembre 25, 2025

Carlo Acutis y la adoración verdadera: una reflexión bíblica sobre la canonización

El anuncio del Vaticano sobre la canonización de Carlo Acutis como el primer “santo millennial” y la exhibición de su corazón momificado ha generado debates en todo el mundo. Muchos lo ven como un modelo de fe y de creatividad en el uso de la tecnología para hablar de Dios, pero también surge una pregunta crucial: ¿a quién debe dirigirse realmente nuestra adoración?

Ejemplo sí, adoración no

La Biblia nos muestra que podemos aprender de hombres y mujeres de fe, como Abraham, Moisés, David o los apóstoles. Sus vidas inspiran y animan. Sin embargo, ninguno de ellos fue puesto como objeto de veneración. De hecho, cuando alguien intentó adorar a un apóstol o a un ángel, ellos lo rechazaron con firmeza: “Levántate, pues yo mismo también soy hombre” (Hechos 10:26).

Carlo Acutis y la adoración verdadera: una reflexión bíblica sobre la canonización
Carlo Acutis y la adoración verdadera: una reflexión bíblica sobre la canonización

El peligro de la idolatría moderna

La veneración de reliquias, restos humanos o incluso “corazones incorruptos” puede parecer un homenaje piadoso, pero la Palabra de Dios es clara: “Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás” (Mateo 4:10). El riesgo es desviar la mirada de Cristo para ponerla en personas, aunque hayan sido ejemplares en vida. La idolatría puede vestirse de religiosidad, pero sigue siendo idolatría.

Jesucristo, único mediador

La Escritura insiste en que solo hay un mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo (1 Timoteo 2:5). No necesitamos de reliquias ni de “intercesores humanos” fallecidos para acercarnos al Padre. El acceso al trono de gracia fue abierto en la cruz, y nadie más puede ocupar ese lugar.

Reflexión final

La vida de Carlo Acutis puede recordarnos que un joven puede usar sus talentos para glorificar a Dios, pero debemos discernir entre testimonio inspirador y culto indebido. La fe cristiana no se fundamenta en reliquias ni canonizaciones, sino en Cristo resucitado, que vive y reina por los siglos.


👉 Conclusión:
El centro de nuestra fe no debe ser el corazón momificado de un joven, por muy ejemplar que fuera, sino el corazón vivo de Cristo que late en la Palabra y en el Espíritu Santo. El llamado para nosotros es claro: guardar nuestro corazón en la verdad de que solo Dios merece gloria, honor y adoración.

También te puede interesar:

COMENTARIOS EN FACEBOOK

COMENTARIOS EN SOMOSCRISTIANOS